Cada Día Internacional de la Educación es una oportunidad para reflexionar sobre una realidad: para madres y padres, brindar una buena educación es una de las prioridades más importantes.
La mayoría de los padres desean ver a sus hijos crecer felices, seguros y preparados para la vida, sin la necesidad de estar preocupándose por ellos en cada paso. Para lograrlo, buscan complementar dos aprendizajes clave: el que obtienen del salón de clases y el que se construye en casa.
En México el estrés académico severo
se presenta en más del 30% de los universitarios
Pero seamos honestos, entre el trabajo, las responsabilidades diarias y las exigencias escolares, acompañar el proceso educativo puede volverse estresante. En México, por ejemplo, más del 80% de los universitarios presenta estrés académico y cerca del 30% lo vive en niveles severos. Esto nos recuerda que la presión no solo afecta a los estudiantes, también impacta a las familias.
La buena noticia es que estar presente no significa hacerlo todo perfecto ni convertirse en maestro. Acompañar la educación puede ser más sencillo y saludable de lo que piensas.
Educar no es presionar, es acompañar
Muchos padres sienten que, si cada tarea o calificación no es perfecta, están fallando. Sin embargo, la sobre exigencia suele generar más ansiedad que aprendizaje, tanto en los hijos como en el hogar.
Los especialistas recomiendan entender que cada niño aprende a su propio ritmo. Algunas materias pueden resultar más sencillas que otras, dependiendo de sus habilidades e intereses. Valorar el esfuerzo más que el resultado ayuda a fortalecer la confianza y enseña que el aprendizaje es un proceso. Con el tiempo, los resultados llegan.
También es importante crear un ambiente donde equivocarse y preguntar sea algo natural. Más que enfocarte solo en una tarea o examen, busca construir un espacio de confianza. El aprendizaje florece cuando el hogar es un lugar seguro, sin miedo al error.
Escuchar antes de corregir marca una gran diferencia. Puedes comenzar con preguntas sencillas como:
- ¿Cómo te fue hoy?
- ¿Qué te costó más trabajo?
- ¿Qué sí entendiste?
Sentirse escuchados fortalece la autoestima de los hijos y los motiva a involucrarse activamente en su educación, en lugar de depender solo de la supervisión adulta.
Involucra el aspecto emocional en la educación
Celebrar pequeños logros, validar frustraciones y estar disponibles emocionalmente tiene tanto impacto como revisar una tarea. Un niño que se siente acompañado emocionalmente:
- Confía más en sí mismo.
- Maneja mejor el estrés escolar.
- Se involucra con mayor motivación en su aprendizaje.
Educar también es enseñar a reconocer y gestionar emociones
Deja el estrés financiero fuera de la ecuación
Una parte importante del estrés relacionado con la educación es el financiero. Transmitir a los hijos la presión de que deben “aprovechar el sacrificio” de los padres puede convertirse en una carga emocional muy fuerte.
Procura elegir opciones educativas acordes a tus posibilidades. A veces, una escuela accesible y con buen nivel ofrece un entorno más saludable que una opción que implique un esfuerzo económico constante y abrumador para la familia.
Existen herramientas financieras como SeguBeca®, que te permiten ahorrar poco a poco para enfrentar la etapa más demandante: la universidad. Contar con un ahorro te da tranquilidad y te permite tomar mejores decisiones cuando llegue ese momento, sabiendo que los estudios estarán cubiertos.
En este Día Internacional de la Educación, recuerda que no tienes que ser perfecto, ni tus hijos tampoco. Tu presencia es más valiosa que la presión. Acompañar su educación es uno de los actos de amor más poderosos, y hacerlo sin abrumarte, ni abrumarlos, es el primer paso para construir un hogar donde aprender sea una experiencia compartida y saludable.