Cuidar a los demás es una vocación admirable, pero también una de las más exigentes. Quienes se dedican a la medicina suelen poner su bienestar en segundo plano, olvidando que el descanso también es parte del cuidado.
Reconocer el cansancio no es un signo de debilidad, sino de conciencia y autocuidado.
“Cerca del 50 % del personal de salud en Latinoamérica ha presentado burnout””
Según la Asociación Médica Mundial, cerca del 50 % del personal de salud en Latinoamérica ha presentado síntomas de burnout en los últimos años: agotamiento físico, emocional y mental que impacta la calidad de vida y la atención a los pacientes. Reconocer el cansancio no es un signo de debilidad, sino de conciencia y autocuidado.
Cuidar de ti mismo para cuidar a otros
El agotamiento físico y emocional puede afectar la concentración, el ánimo y la empatía, tres pilares esenciales en la atención médica. Por eso, hacer pausas intencionadas durante la jornada puede marcar la diferencia.
Practica microdescansos: entre consultas o guardias, toma un par de minutos para respirar profundo, estirarte o simplemente cerrar los ojos.
Establece límites saludables: aprende a desconectarte cuando termina el turno. Darte tiempo fuera del hospital o consultorio es tan importante como atender a tus pacientes.
Busca acompañamiento emocional: compartir lo que sientes con colegas, familiares o especialistas en salud mental ayuda a procesar el estrés acumulado.
Cultiva rutinas personales: una caminata, un hobby o una comida tranquila pueden convertirse en anclas de bienestar diario.
Recargar el cuerpo y la mente permite seguir ejerciendo la medicina con pasión, presencia y humanidad. Porque antes de cuidar a otros, también necesitas cuidar de ti.