Reconocer a tiempo las señales que indican que algo está afectando nuestra estabilidad emocional marca la diferencia para recuperar la calidad de vida.
¿Cuándo buscar ayuda profesional?
La salud mental es tan importante como la salud física y parte esencial de nuestro bienestar. De acuerdo a la Organización Panamericana de la Salud, es la base para nuestro funcionamiento y desarrollo personal y en comunidad. Sustenta nuestras capacidades individuales para tomar decisiones, establecer relaciones y dar forma al mundo en el que vivimos.
Sin embargo, en nuestro día a día, situaciones como el estrés crónico, las experiencias traumáticas, problemas en el entorno familiar o social, problemas financieros, cambios en el estilo de vida, o alguna otra situación, pueden combinarse para debilitar nuestra salud mental.
A veces, pequeñas señales que pasamos por alto pueden indicar que algo ya está afectando nuestra estabilidad emocional. Reconocer esas señales a tiempo puede marcar la diferencia para buscar ayuda profesional y recuperar nuestra calidad de vida.
Lo que muchas veces minimizamos como estar “muy estresado”, tener “malos días” puede llegar a ser algo más grave si no lo reconocemos o atendemos.
En México tres de cada diez personas presentan algún trastorno mental a lo largo de su vida; más del 60% de quienes los sufren no reciben tratamiento.
Estas son algunas manifestaciones que pueden indicar que una persona podría estar enfrentando un problema de salud mental. Cabe señalar que no todas las personas presentan la mayoría de los síntomas, y que aparezca uno o varios no significa necesariamente un diagnóstico, pero sí que conviene prestar atención y, si persisten, consultar a un especialista.
Cambios en el estado de ánimo: Tristeza persistente, irritabilidad constante, sentimientos de culpa exagerados, desesperanza, abatimiento que dura semanas.
Alteraciones del sueño: Dificultad para dormir (insomnio), despertarse muchas veces en la noche, pesadillas frecuentes, dormir demasiado sin sentirse descansado.
Cambios en apetito o peso: Comer muchísimo o muy poco, pérdida o ganancia de peso significativa sin razón aparente.
“Las personas que padecen algún problema mental tienen una esperanza de vida entre 10 y 20 años menor que la población general.”
Problemas de concentración o memoria: Distraerse fácilmente, no poder terminar tareas, olvidar citas o compromisos, dificultad para pensar claramente o tomar decisiones.
Pérdida de interés o placer: Dejar de participar en actividades que antes se disfrutaban o no encontrar satisfacción en actividades que antes gustaban, ya sean hobbies, trabajo o actividades sociales.
Indicadores físicos o somáticos: Dolores de cabeza frecuentes, tensión muscular, fatiga constante, malestares digestivos sin causa médica clara, cambios en ritmo cardíaco por ansiedad.
Aislamiento social: Alejarse de amigos o familiares, evitar reuniones, sentirse solo incluso cuando se está acompañado.
Problemas para manejar estrés: Sentirse abrumado por obligaciones cotidianas, incapacidad para relajarse, estar “al borde” o irritarse por cosas pequeñas, ansiedad persistente.
Pensamientos negativos o destructivos: Ideas persistentes que atenten contra la integridad, pensamientos difíciles de controlar, sentirse menos como persona.
Cambios en el comportamiento: Alteraciones drásticas en el apetito sexual, uso de sustancias (alcohol, drogas), conductas impulsivas o riesgosas, negligencia con la higiene o cuidado personal.
¿Cuándo buscar ayuda profesional?
Busca ayuda profesional cuando los síntomas persistan más de dos semanas, empeoren de forma progresiva o comiencen a interferir en tu vida diaria (trabajo, relaciones o salud física); si surgen pensamientos de autolesión; si sientes que no puedes manejar la situación aun después de probar estrategias de autocuidado como descansar, hacer ejercicio o compartir con amigos; o cuando otras personas (familia, pareja, compañeros o amigos) lo han notado y expresan preocupación.
Acciones que ayudan
Aquí encontrarás algunas recomendaciones prácticas de autocuidado y acompañamiento que pueden hacer más llevadero el proceso.
Hablar con alguien de confianza: No guardar las emociones, compartir alivia.
Mantener una rutina regular: sueño, alimentación, ejercicio. Incluso salir a caminar, hacer pausas.
Reducir consumo de sustancias como alcohol y evitar automedicarse.
Practicar técnicas de relajación: respiración profunda, escribir lo que se siente o realizar actividades creativas.
Informarse en fuentes confiables sobre salud mental, para reconocer que lo que se siente puede ser parte de un trastorno tratable, no “debilidad”.
“3 de cada 10 personas presentarán algún trastorno mental a lo largo de su vida. De ellos, más del 60% no recibe tratamiento.”
La salud mental es tan importante como la salud física. Si no la atendemos pude afectar nuestra calidad de vida. Los trastornos de salud mental aumentan el riesgo de padecer otras enfermedades y contribuyen a lesiones no intencionales e intencionales.
Buscar ayuda profesional no significa estar mal, sino reconocer que se necesita apoyo, así como uno reconoce que tiene una herida o un resfriado que requiere tratamiento.
Si tú o alguien cercano reconoce muchas de estas señales, es momento de buscar ayuda con un profesional, ya sea un psicólogo, psiquiatra, consejero u orientación en unidades de salud mental. Cuanto antes se actúe, mejor será el pronóstico.