Aprende a aplicar sus principios para mejorar tus finanzas personales, con ejemplos prácticos como el ahorro para el retiro, el pago de impuestos y el ahorro de energía.
La toma de decisiones es un parte integral de la vida de todo ser humano. Ya sea el elegir qué comer en tu día a día, cómo ahorrar para el retiro o si debemos pagar una multa a tiempo, constantemente estamos tomando decisiones. Sin embargo, a pesar de lo que los modelos tradicionales de la economía podrían sugerir, los seres humanos no siempre tomamos decisiones racionales o lógicas y es aquí donde entra en juego la economía del comportamiento, una disciplina que estudia cómo las influencias psicológicas y sociales impactan en nuestras decisiones.
A continuación, hablaremos sobre qué es, cómo influye en la toma de decisiones y cómo podemos utilizar sus principios para mejorar nuestras finanzas personales, aquí algunos ejemplos de su aplicación.
¿Qué es la economía del comportamiento?
Según el Instituto Mexicano de Economía del Comportamiento (IMEC), es un campo que une la psicología con la economía para entender cómo las personas realmente toman decisiones, en lugar de cómo deberían tomarlas, demostrando que no siempre tomamos la opción racional u óptima, incluso si tenemos la información y las herramientas disponibles para hacerlo.
La economía clásica asume que tomamos decisiones basadas en la maximización de nuestros beneficios, considerando toda la información disponible y actuando de manera completamente racional. Sin embargo, la realidad es mucho más compleja. Gracias a estudios pioneros de investigadores como Amos Tversky y Daniel Kahneman, sabemos que los seres humanos estamos sujetos a sesgos cognitivos y errores sistemáticos que distorsionan nuestras decisiones. Por ejemplo, muchas veces preferimos evitar pérdidas más que obtener ganancias, incluso si ambos escenarios implican una cantidad equivalente de dinero. Este comportamiento ilógico es lo que este comportamiento busca entender y abordar.
Factores clave en la toma de decisiones personales
La economía del comportamiento nos enseña que nuestras decisiones están influenciadas por diversos sesgos y atajos mentales, que nos permiten tomar decisiones, pero no siempre son las correctas. Algunos ejemplos de cómo estos factores influyen en nuestras decisiones personales son:
- Sesgos:
- Sesgo de confirmación: Tendemos a buscar y valorar información que confirma nuestras creencias previas, ignorando la que las contradice. Por ejemplo, si creemos que cierta inversión es “segura,” buscaremos información que refuerce esta creencia, aunque no sea necesariamente precisa.
- Efecto de encuadre: Las decisiones pueden cambiar dependiendo de cómo se presente la información. Por ejemplo, una propuesta de ahorro descrita como “protección garantizada para el futuro” resulta más atractiva que si se describe simplemente como “ahorro obligatorio.”
- Sesgo del presente: En este tendemos a darle más importancia al presente que al futuro. Esto explica por qué muchas personas prefieren gastar hoy en lugar de ahorrar para el retiro, a pesar de entender que esto les afectará en el futuro.
- Sesgo temporal: Se refiere a nuestra tendencia a preferir recompensas inmediatas sobre beneficios a largo plazo, ya que, a menudo, preferimos disfrutar de una recompensa hoy en lugar de esperar. Este explica en parte por qué tantas personas prefieren gastar ahora en lugar de ahorrar para el retiro.
- Exceso de confianza: Podemos llegar a pensar que somos mejores en la toma de decisiones de lo que realmente somos. Por ejemplo, podemos subestimar el riesgo de invertir en un activo financiero volátil porque creemos que tenemos un buen juicio o que podremos prever su comportamiento.
- La inercia: A menudo nos dejamos llevar por el status quo, lo que significa que evitamos cambiar nuestras decisiones, incluso cuando hacerlo nos daría beneficios. Esto es muy común al hablar sobre ahorro o al pensar en adquirir un seguro para el futuro.
- Las emociones: El estrés, la ansiedad o la emoción pueden llevarnos a tomar decisiones impulsivas, como hacer compras para "sentirnos mejor". De igual forma, el miedo al fracaso puede hacernos evitar tomar riesgos que podrían ser benéficos para nosotros en el largo plazo.
Economía del comportamiento para mejorar nuestras finanzas personales
Entenderla puede ser una herramienta poderosa para tomar las mejores decisiones en nuestra vida financiera. Para ello, es importante tener en cuenta algunos principios prácticos basados en este campo para optimizar tus finanzas personales:
- Automatización del ahorro: Los seres humanos somos propensos a la procrastinación y al sesgo del presente, por eso una de las mejores formas de asegurarte de ahorrar para el futuro es automatizar tus ahorros. Si configuras transferencias automáticas a una cuenta de ahorro o inversión, evitas tener que tomar decisiones conscientes cada mes.
- Usar anclas: Cuando intentas ahorrar o controlar tus gastos, es útil establecer puntos de referencia (anclas). Por ejemplo, puedes establecer un presupuesto mensual de gastos y tomarlo como base para comparar tus decisiones diarias. Esto te ayudará a evitar gastos impulsivos y a mantener tus objetivos financieros.
- Segmentación mental: Este principio se refiere a cómo las personas categorizan el dinero en su mente. Si tienes problemas para controlar tus gastos, dividir tus ingresos en diferentes cuentas puede ayudarte a administrar mejor tu dinero. Por ejemplo, destina una cuenta solo para gastos esenciales y otra para entretenimiento.
- Rechazo a la pérdida: Las personas odian perder más de lo que disfrutan ganar, por lo que establecer metas claras con recompensas y penalizaciones puede incentivarte a cumplir con tus objetivos financieros.
Ejemplos para aplicar la economía del comportamiento
Esta se aplica en diversas áreas de nuestra vida cotidiana, ayudando a mejorar nuestras decisiones y a promover conductas que beneficien tanto a nosotros como a la sociedad. Te compartimos algunas de las aplicaciones más notables:
- Ahorro para el retiro: Algunas empresas, en lugar de pedir a las personas que elijan activamente ahorrar más para su jubilación, implementan programas automáticos de ahorro para el retiro, lo cual ha sido una estrategia efectiva. Esto facilita que más personas se involucren, además, el programa aumenta el porcentaje de ingresos destinados al ahorro a medida que los empleados reciben aumentos salariales, esto ha dado como resultado tasas más altas sin que las personas sientan que están sacrificando demasiado hoy.
- Cumplimiento de pago de impuestos y multas: Muchas administraciones fiscales han utilizado principios de economía del comportamiento para aumentar el cumplimiento en el pago de impuestos y multas. Por ejemplo, enviar cartas a los contribuyentes diciendo que "la mayoría de las personas en su comunidad ya han pagado sus impuestos" aumenta el nivel de cumplimiento.
- Ahorro de energía: Mostrar el consumo de energía de los hogares en comparación con los vecinos puede ser un incentivo para que las personas reduzcan su consumo. Al saber que sus vecinos consumen menos, muchas personas se sienten motivadas a ahorrar energía.
La economía del comportamiento nos enseña que pequeños cambios en el diseño de nuestro entorno pueden tener un gran impacto en nuestras decisiones y comportamientos. Al comprender cómo funcionan nuestros sesgos, tanto las personas como los gobiernos pueden tomar medidas para mejorar el bienestar general.
Sin embargo, también es importante aplicar estos principios de manera ética, asegurándose de que los "empujones" estén diseñados para beneficiar a las personas y no manipularlas de manera injusta.
La economía del comportamiento nos ofrece una poderosa lente para entender por qué tomamos las decisiones que tomamos y cómo podemos mejorar nuestras elecciones, especialmente en el ámbito financiero. Al aplicar estos principios en nuestras vidas, podemos optimizar nuestras finanzas personales, cumplir mejor con nuestras obligaciones y contribuir a una sociedad más eficiente. Al mismo tiempo, las políticas públicas pueden aprovechar estos conocimientos para mejorar la vida de las personas de maneras tangibles, desde aumentar las tasas de ahorro para el retiro o reducir el consumo de energía. La clave está en reconocer nuestros sesgos y tomar medidas para contrarrestarlos, mejorando así nuestras decisiones y bienestar a largo plazo. ¡Optimiza tus decisiones hoy!